jueves, 28 de abril de 2011

Abuelito, dime tú


El velorio llevaba una hora y era  la quinta vez que Paquito se paseaba a ver dentro del ataúd de su abuelo. La mayoría de familiares estaban conmovidos por la reacción del muchacho, que había vivido con su abuelo durante los dos últimos años. La tía Leonora, hija mayor del difunto y hermana de la mamá de Paquito, no entendía nada y decía que era una exageración del chico. Según ella, éste nunca quiso a su abuelo y sólo hacía eso para impresionar al resto de la gente y, seguro, por órdenes de su padre. El tío Anselmo, hermano menor de su madre y padrino de Paquito, defendía a su ahijado diciendo que tenía un gran corazón y que no era un mal chico como todos decían. Los papás de Paquito desconocían el lazo tan fuerte que unía al chico con su abuelo. Sólo los habían visto una vez conversar juntos. Fue dos semanas atrás, cuando Paquito necesitaba un terno para ir a un quinceañero y el anciano, aún sano, le prestó el suyo. Fueron muchos los que lloraron en el momento en el que cerraban el ataúd. La mamá de Paquito y la tía Leonora veían partir a su padre. El tío Anselmo lloraba para que no le digan conchudo al momento de recibir la herencia. Paquito lloraba porque era la última vez que veía el iPod de 160 GB que había guardado en el bolsillo del saco dos semanas atrás, antes de entrar al quinceañero.

(Basado en un chiste de Oscar Gallo)

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