jueves, 24 de marzo de 2011

Austral

El anciano vestido de rojo cayó junto con los trozos de calamina del techo. El golpe le dolió como mierda. Pensó que todo habría salido mejor si no le hubiera hecho caso a su mujer y sólo se hubiese dedicado a repartir regalos en sitios donde la gente tenga plata para una chimenea y techo de material noble.

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