El bufón de la corte estaba preocupado. Ahí, frente al rey, se había dado cuenta que se le habían acabado los chistes y las bromas. Nunca supo si fueron los nervios o qué los que lo llevaron a hacer una broma a costa del rey. La carcajada fue general. Horas después, en el calabozo del palacio, el bufón esperaba su muerte mientras pensaba en lo estúpido que había sido. El rey entró intempestivamente a la celda. Le dijo al bufón que tenía dos opciones; morir o hacer bromas sobre el rey de la nación vecina, su enemigo mortal.
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