jueves, 31 de marzo de 2011
El Rico Sudado
El buzo levantó la cabeza y vio a un tiburón maco nadando sobre él. Sólo tenía oxígeno para unos veinte minutos más. En medio de esa situación, le tranquilizaba la certeza de que los tiburones siempre nadan a la misma profundidad y sólo atacan hacia arriba, nunca hacia abajo. Orinó un poco y el calientito dentro del traje de neopreno le otorgó cierto placer, pero duró muy poco. Se le ocurrió huir lo más rápido posible pero recordó una de sus primeras lecciones de buceo: Al ascender, nunca lo hagas de manera vertical sino diagonal porque corres el riesgo de que se te revienten los tímpanos. Pensó que el idiota que dijo eso nunca había buceado con tiburones maco en el Golfo de México. Sus nervios se convertían en pánico, pero alcanzó ver a un león marino que se acercaba al campo de acción del escualo. Lleno de esperanza imaginó su glorioso escape en medio del banquete del tiburón. El mamífero pasó desapercibido para el pez, descendió, nadó al lado del buzo y éste lo tomó como un desafío. Muerto de miedo, esperó que el tiburón se aleje lo más posible de su radio de recorrido y empezó a ascender velozmente, el animal pudo detectar la presencia del hombre y se abalanzó hacia su presa. De repente, el buzo se detuvo. Miró al animal acercándose. Se quitó el tanque de la espalda y retiró la manguera del caño. El oxígeno se esparció dentro del agua cegando al pez que empezó a nadar sin sentido. Al salir ileso y subir al bote sin su tanque de oxígeno, el buzo se sintió más libre que nunca. Tomó un arpón y se lanzó al mar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario