El impala madre y su cría no estaban muy lejos. Oculto tras una loma en plena sabana, Liam los observaba por el visor. No los podía perder de vista. No si había llegado desde tan lejos sólo para eso. Ninguno, ni la madre ni la cría sintieron cómo Liam ejecutó pulcramente su labor. Tres meses después, en la sala de su casa en Edimburgo, Liam observaba con orgullo el ejemplar de la revista donde aparecían el impala y su cría en todo su esplendor. Era la primera vez que una foto suya aparecía en una publicación de nivel mundial. Un metro arriba, en la pared, las cabezas disecadas de la impala y de su cría parecían observarse a sí mismas impresas en la revista.
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