martes, 5 de abril de 2011

Solo

Griselda cantó el solo sin equivocarse una sola vez. Casi llora de la emoción. Atrás quedaron los gritos de su maestro de música. Atrás quedaron las burlas de sus compañeros del coro. Atrás quedaron los nervios de pensar que su novio vería el concierto desde la primera fila. Esa noche, sola en su cuarto, Griselda deseó cantar igual de bien en la presentación del día siguiente ante cuarenta mil personas.

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