martes, 12 de abril de 2011

Lesión de Gravedad

Daniel empezó a flotar por los cielos luego de saltar del trampolín a la piscina de la casa de su tía Mariela. Mientras subía, se preguntaba cómo hacía toda esa gente para vivir en los cerros y cuánto se habrían demorado en construir el Estadio Nacional. Pensó en que los pájaros deben vivir bien cansados si aletean todo el día y que la ciudad era tan gris como se ve en tierra firme. Pensó en que si mantenía esa altura, podía ir hasta el edificio donde vivía y ver a la vecina de arriba calata. Pensó en bajar la pelota que se quedó hace dos años en el techo de la casa de la bruja del frente. Pensó en su amiga Ana María al ver su casa a lo lejos y pensó que ni así se atrevería a ir a buscarla. Pensó en lo idiota que era por no hacerlo y que después de cinco años de conocerla nunca fue capaz de decirle que le gustaba. Esa mañana, lo único que no pensó Daniel es cómo había hecho para flotar por los cielos de Lima, desafiando la ley de la gravedad que Sir Isaac Newton formuló en el año 1687.

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