jueves, 2 de junio de 2011

Mala hora para una Visita


El sonido del teléfono estrellándose contra el piso fue lo que lo despertó esa madrugada. No era raro, nunca dejaba el aparato en un lugar seguro. Lo que sí fue raro fue que su sandalia dé un paso. Nada de qué preocuparse. Parte de un sueño, eso es todo. Cuando los libros empezaron a saltar de la repisa, Demetrio se tapó la cara con la frazada. Temía asomarse y encontrar algo monstruoso. Un olor a Old Spice lo calmó. Después, analizó todo bien. Era lógico, el abuelo odiaba lo celulares, siempre se ponía las sandalias de su nieto por error, adoraba la lectura y hacía tres años que nadie dejaba flores en su tumba. 

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