Jiménez volvió a reclamar el pan con huevo que Castillo había llevado a la excursión. Amenazó con acusarlo con el profesor de haber copiado en la prueba de Ciencias Naturales si no se lo daba. Lo venía haciendo desde el inicio del bimestre. Minutos después, Castillo regresó llorando al lugar donde se encontraban su profesor y el resto de sus compañeros. Les contó entre sollozos cómo Jiménez había perdido el equilibrio al tratar de ver una pava aliblanca. Contó cómo vio caer su cuerpo hasta el fondo del abismo. Adolfo se desmayó luego de su relato. Nadie sabía que Jiménez lo venía chantajeando desde hacía tiempo. Al contrario, todos pensaban que eran grandes amigos. Era el crimen perfecto.
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