miércoles, 15 de junio de 2011

Maná


La bolsita de látex llena de cocaína cayó del cielo a la arena, justo al lado del adicto desesperado. No era posible. En el centro de rehabilitación le habían dicho quinientas doce veces que Dios y las drogas no eran compatibles. El adicto no sabía a quién agradecer. Tal vez al viento, la fuerza de gravedad, y los gases de la atmósfera que pueden desintegrar las heces, pero no pueden eliminar todos los deshechos de un burrier que, en medio del vuelo internacional, sufre de un agudo ataque de diarrea.

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